Primero partamos aclarando un punto que, a mí me ha costado mucho integrar en mi diario vivir. Las personas no somos ansios@s o miedos@s, las personas experimentamos las emociones. Uno siente ansiedad y si, algun@s más que otr@s, algun@s incluso con más intensidad, pero jamás deberíamos definirnos y juzgarnos desde la emoción que experimentamos.
En lo personal, siempre me auto definí como miedosa, quizás no necesariamente era mi linea para entrar en una conversación, pero si lo tenía integrado en mi definición. Este año aprendí con algunos talleres de mindfulness a tomar perspectiva, a observar las emociones sin juicio y buscar en ellas qué querían enseñarme.
Aprendí bastante sobre mí.
Compartiéndoles un poco más de mi historia, yo siento ansiedad, quizás más que algunas personas o con más intensidad. El tipo de ansiedad que experimento muchas veces cabe dentro de varios criterios de los que explican cuándo se vuelve desadaptativa.
Son muchas cosas las que me activan esta emoción pero sobretodo el sentir que mi cuerpo no acompaña a mi mente.
Me explico, la primera vez que vivi una crisis de pánico fue corriendo en el colegio, mi cabeza estaba segura que mis pulmones iban a dejar de funcionar, que mi corazón no lo iba a aguantar, y que mis piernas iban a fallar. Podrán imaginarse entonces, mi cabeza pensaba que mi cuerpo nos iba a fallar y decidió activarlo por su cuenta. Desde ahí en adelante me quedó engranado el miedo a perder el aire.
Todavía no se ha ido, pero si he ido aprendiendo a calmarlo.
El pánico no es más que eso, una respuesta a una emoción que te desborda y que todavía no hemos logrado captar cómo regularla. Tu mente no te quiere hacer daño, mi mente no me quiere hacer daño, al contrario, cree que te protege del daño.
Aprendí desde entonces a observar mi mente, mis sensaciones del cuerpo y estas emociones. Me di cuenta que mis miedos estaban ahí no para molestarme o limitarme sino para protegerme, solamente que no sabían cómo hacerlo.
A lo que voy con este blog, las personas no somos nuestras emociones. Las personas vivimos nuestras emociones, cada uno de distinta manera y para cada uno trae consigo una enseñanza distinta.
No he perdido el miedo, tampoco lo quiero hacer. He aprendido a identificarlo, a calmarlo y a respetarlo.
Mis emociones no las siento igual que tú y, probablemente, no sabría explicárselo a otra persona tal cual lo siento, como tú tampoco podrás hacer que alguien más sienta igual a ti.
Tus emociones y la interpretación que haces de esta tienen que ver con tu propio código, el que sabe cómo enviarte un mensaje, mensajes de ten cuidado, disfruta, relájate, reacciona, etc.; un mensaje que finalmente solo tú puedes descifrar.
Es nuestro trabajo entonces, identificar este mensaje y aprender a leer nuestro código, para así poder hacer las pases con aquellas que nos causan esto que llamamos sufrimiento (o malestar).
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